Tamara de Lempicka nos dejó un puñadito de cuadros que a las sibilas no nos dejan indiferentes. Desarrolló un estilo muy personal, en el que los personajes que retrataba, de proporciones exuberantes, caras angulosas y miradas hipnóticas transmiten una sensualidad y un magnetismo únicos. Es un deleite contemplar su obra. Pasen y vean.
viernes, 7 de noviembre de 2008
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