lunes, 15 de diciembre de 2008

CHOP, CHOP


A veces necesitamos (diría que es muy recomendable) el juicio de otro u otros para validar (contrastar) el nuestro. Este juicio ajeno no tiene que estar en sintonía con el nuestro, sino simplemente ser razonado y fundamentado. Esto es suficiente para que uno tenga otro u otros prismas con los que abordar lo que sea. Tal vez esos argumentos juiciosos, aun siendo distantes a nuestro parecer, nos hagan ver cosas que se nos escapaban o el porqué estamos en lo cierto y, por consiguiente, qué hace que los demás se equivoquen (o no entiendan lo que a veces tratamos de decir).
La action painting (o pintura de acción) consiste, básicamente, en derramar pintura sobre un soporte, sin más preocupación.
Jackson Pollock (Wyoming 28 de enero de 1912 – Nueva York 11 de agosto de 1956) fue el máximo exponente de esta corriente americana encuadrada dentro del expresionismo abstracto.
Me parece interesante de esta pintura el automatismo y la no premeditación (como ya hicieron los surrealistas antes y supongo que algunos otros); el hecho de afrontar la obra sin ninguna idea previa, sin bocetos preparatorios y sin fase de investigación. Esa forma de salto al vacío me interesa. Resulta apetecible.
En cuanto a los resultados que Pollock obtuvo a partir de ahí, pues los ahí más y menos atractivos, como es natural. Lo que esta sibila no entiende es el revuelo que se armó en torno a unas cuantas gotas de pintura vertidas al azar sobre un soporte.
Es evidente que Pollock se lo pasaba en grande paseándose con una brocha chorreante por encima de un lienzo. Y como ejercicio terapéutico o de prospección psicoanalítica está de p.m.
Yo veo sus drippings, más que como una obra de arte, como un ejercicio de auto-ayuda.
Estas semanas atrás, cuando salía a la luz en todos los medios la inauguración de la cúpula de la sala tal de las ONU, decorada por Miquel Barceló (Felanitx, Mallorca, 1957), me recordó a las action paintings de Jackson Pollock. Veía a Barceló con su laza-pinturas danzando por la sala apuntando al techo y no podía evitar acordarme de Jackson Pollock y sus chorreones sin ton ni son.
Es digna de admiración la valentía de un hombre como Barceló, al que le dan un enorme montón de pasta y un descomunal lienzo que llenar con entera libertad y lo afronta sin pestañear. Qué tío.
Porque aquí no hay marcha atrás ni posibilidad de indiferencia, no. Aquí hay que acertar sí o sí.
En este asunto ya no encontré conexiones con Jackson Pollock, ya que éste acometía superficies más modestas e invertía presupuestos bastante más raquíticos en sus obras. Con lo cual, si el resultado no era satisfactorio (cosa que entraba dentro de lo posible debido a la ya mencionada improvisación y al automatismo), se arrinconaba y nadie tenía por qué tener noticias de ello nunca jamás.
Sin embargo, lo de Barceló, ay lo de Barceló…
Dicen que llenó cuadernos de bocetos, pero, viéndole manchar, no puedo encontrar conexión entre aquello y boceto alguno.
En cuanto al dinero, las sibilas no entendemos mucho de cifras económicas porque sólo manejamos dinero cuando descendemos allá abajo, pero veinte millones de euros se nos antoja mucha pasta en pigmentos. ¿No?
Dicen los mortales que para gustos colores y aquí no faltan, “así es que esto debe contentar a todos”, pensaría Barceló. Ay, qué tío.
Yo, como decía al principio, para todas estas cuestiones necesito de un juicio más meditado que me ayude a entender lo contrario o me ratifique en el juicio propio.

2 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo contigo. Independientemente de que la obra nos pueda parecer mas o menos artistica o nos pueda gustar o desagradar, es excesivo el precio que se ha pagado por ella y sobre todo teniendo en cuenta que el precio se marcó de antemano sin conocer el resultado final de la obra. ¿A cuantos jovenes artistas con ideas frescas e interesantes se les podria haber dado un buen empujoncito con esos 20 millones de Euros?....

    ResponderEliminar
  2. Una verdadera desfachatez y llega a ser ofensivo que se pague esa barbaridad de dinero exclusivamente por la fama de alguién, sin conocer la mercancía. Cria fama y échate a dormir: aquí viene que ni "pintado".

    ¿Por qué se valora más al artista cuyas dotes son muchas veces innatas, poco trabajadas, que al físico cuántico o al cirujano (siempre se pone el mismo ejemplo, pero puede ser cualquier otro buen profesional) que consigue destacar a base de muchos años de esfuerzos y de renuncias?

    ResponderEliminar