Decepción. Eso fue lo que sentí cuando visité el Paseo del Miradero de Toledo. A este paseo le falta alma; los elementos que lo componen carecen de pasión y belleza. Da la sensación que se han gastado todas las energías (y el dinero) en las plantas inferiores y han dejado un poco de aliento para el final que se suponía iba a ser la zona más bella del conjunto. Sinceramente creo que después de tanto tiempo cerrado, los toledanos se merecían algo más.
Yo pensaba que Moneo iba a conseguir asombrarnos con alguna solución arquitectónica que no dejara impasible a nadie, con alguna solución estética que removiera nuestras entrañas y nos sacara del aletargamiento arquitectónico que sufre Toledo.
Creo que la arquitectura contemporánea en esta ciudad podría ser algo más que hormigón visto, si alguien se atreviera a desafiar esa norma no escrita. Integración si, hastío no.
martes, 17 de marzo de 2009
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